jueves, 18 de marzo de 2010

En un Rincón

Una extraña y dulce mirada se asomaba por entre los rayos del sol, posando sus ojos sobre el marco de la ventana morada. Parecía curiosa, como ansiosa por saber que ocurría, que era eso de lo que hablaban todos, pero no había nada más en la habitación que solo recuerdos dibujados por el tiempo en las paredes.

Recuerdos de alegría interminable, sonrisas, fiestas, momentos que acapararon de esquina a esquina a este pequeño cuarto, carcajadas de niños corriendo por entre los pasillos, haciendo travesuras de par a par, y siete padres corriendo tras cada uno de sus niños para que no se metan en problemas tratando de enseñarles un poco de la vida, de sus sueños y que no existen límites.

Aquellos tiempos eran absolutamente increíbles, aunque poco estimados, pero ahora es diferente, todos han crecido y se han convertido en adultos “normales”, conformes con su monotonía y sin ganas de soñar como antes, además la razón que mantenía unida a esta casta ha desaparecido y solo quedan recuerdos de ella en el viento que sobrevuela cada esquina, cada rincón de este lugar.


Momentos que nunca volverán y que seguirán esparcidos en las arenas del destino esperando nunca ser olvidados por todos aquellos participes de su desencadenamiento.

La habitación luce vacía y se quedara así por mucho tiempo, tal vez nunca se llene y tal vez se pierda, solo que la huella de que algún día, ese lugar estuvo rodeado e infestado del sentimiento más grande que pudo haber existido y contaran muchas generaciones de esta historia:

“Que algunas vez en un lugar alejado existió un espacio en donde nunca falto la comida y el amor, la compresión y la felicidad, donde las penas se convertían en alegrías y no se sabía de dolor, por ahora llamaremos a este lugar...

Bueno ese nombre lo pondrá cada uno de nosotros, pero todos sabemos a qué y a quien nos referimos.



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